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lunes, 19 de septiembre de 2011

MIGRANTES Y SACERDOTES

FRAY TOMÁS, PERSEGUIDO POR CRIMINALES, LA MIGRA Y MILITARES [1]
Ensotanado bajo la humilde manta de los franciscanos, morral tejido al hombro y sombrero de palma ajustado a la frente, fray Tomás González llegó hace un año al municipio tabasqueño de Tenosique, una de las primeras caídas en el “viacrucis” de los migrantes centroamericanos que, en su ruta hacia Estados Unidos, surcan desde el sur la geografía mexicana.
Fray Tomás González, presidente del Comité de Derechos Humanos del Usumacinta, párroco de la iglesia de Cristo Crucificado, presidente del Comité de Derechos Humanos del Usumacinta y director del Hogar-Refugio para Personas Migrantes La 72, el fraile de 38 años habla con firmeza, indignado, sobre el “sistema vomitador que desecha personas que llegan hasta aquí, a México, sin ninguno de sus derechos” y luego de “la persecución, las amenazas y la victimización” que se cierne sobre aquellos que asumen la defensa de los centroamericanos y que viven junto con ellos “el holocausto migrante”.
Es viernes 16 de septiembre y no han pasado ni 24 horas desde que el fraile, con 13 años de experiencia en la promoción de los derechos humanos, recibió una amenaza de muerte. “Eran las 9:30 de la mañana cuando sonó el teléfono -narra afable-, hablaba un familiar de Erick Gutiérrez Cossío, exdelegado del Instituto Nacional de Migración en Tenosique, y a quien denunciamos porque abusó sexualmente de una adolescente hondureña, tengo todo documentado y, ahora, él está prófugo… por teléfono su hermano me advirtió que algo me iba a pasar, luego colgué, ya no quise seguir platicando.”
Fray Tomás no puede imaginar que, al día siguiente de narrar en entrevista este hecho, será emboscado por militares y policías de Tabasco, dirigidos por un civil que tripulaba una camioneta Ford Lobo blanca, quienes lo vejaron durante cerca de cuatro horas y lo obligaron a presenciar los golpes con los que los soldados redujeron a su colaborador, Rubén Figueroa.
EL OLOR DE LA CRUCIFIXIÓN
Incrustado entre Chiapas, Tabasco y Veracruz, explica el religioso, existe un polígono “extremadamente peligroso” conformado por los municipios de Tenosique, Palenque, Macuspana, Teapa, Estación Juárez y Coatzacoalcos, que son “un verdadero campo minado en donde los migrantes son víctimas de discriminación, asaltos, violaciones sexuales a hombres y mujeres, extorsiones, persecución con tortura por parte del INM, secuestros, mutilaciones, asesinatos y, por último, inhumaciones en fosas clandestinas”, siendo arrancados para siempre del corazón de sus familias…” El fraile murmura: “El sur de México es un gran sepulcro para ellos y ellas… no sólo el norte, no sólo Tamaulipas o Durango”.
Y es que en esta zona del sureste, afirma el franciscano, las fronteras entre Estado y hampa se han borrado completamente. “Somos testigos de que al interior de las delegaciones del INM en Tabasco y Chiapas opera el crimen organizado, ya hemos presentado denuncias por la red de extorsión, trata de personas, encubrimiento e impunidad que existe en estas instituciones de gobierno, y que es la razón de que, en el presente, la ruta ferroviaria que une ambas entidades sea la más peligrosa del país.”
Pero no sólo siguiendo las vías es que los migrantes se ven presa del crimen, aclara, dado que “en los tramos carreteros de El Ceibo-Guatemala-Tenosique, así como Pedregal-La Palma-Tenosique, son perseguidos en rondines que Migración realiza tres o cuatro veces al día, obligándolos a tirarse a pantanos, cañales, riachuelos, forzándolos a arrastrarse e ir dejando la piel en los alambrados, para ocultarse en los potreros, hasta que logran llegar a nuestros albergues, en los que el olor a enfermedad, persecución y muerte flota en el aire… nuestros albergues -se lamenta- huelen a crucifixión”.
Es la voz de los que logran llegar a estos refugios, añade, la que permite reconstruir una mínima parte del calvario al que los migrantes son sometidos, a manos del crimen que no sólo puede clasificarse de “organizado”, sino también de “internacionalizado”, puesto que son enganchados en sus naciones de origen por otros centroamericanos, que al llegar a México los venden a bandas locales, “hemos recibido muchos testimonios de trata de personas, el último el 15 de septiembre mismo (un día antes de la entrevista), el de un hombre que fue secuestrado en Tenosique y trasladado a Reynosa, donde pasó 44 días raptado… este hombre sólo pudo recobrar la libertad después de pagar 4 mil dólares, que sus familiares consiguieron mediante la venta de su casa y, ya de regreso a su país, pudo ver a los delincuentes que lo levantaron, cuando enganchaban a más personas en Santa Elena, Guatemala… puede concluirse, entonces, que la vida de los centroamericanos que entran a México vale lo que sus familiares puedan pagar por su rescate.
Pero, aclara, el secuestro de migrantes no sólo tiene fines extorsivos. “Hemos recibido testimonio de que a las mujeres secuestradas no sólo las atacan sexualmente, sino que también las obligan a pegarse entre ellas, a pelear entre ellas, para diversión de los secuestradores. Y tras permanecer en sus manos el tiempo que a ellos les plazca, las mujeres son vendidas a prostíbulos: cualquier persona que asista a un bar de Palenque, de Tenosique, de Villahermosa, de Tapachula o de Tuxtla Gutiérrez, podrá ver a las adolescentes centroamericanas prostituidas, eso es de conocimiento público y las autoridades no hacen absolutamente nada.”
Tan sólo en los últimos meses, revela, el albergue que él dirige ha rescatado de estos lugares a 30 mujeres explotadas por bandas de proxenetas.
“ALGO VA A PASARTE…”
Tomás Gutiérrez emprendió el apostolado de la pobreza hace 20 años, cuando a los 18 ingresó a la orden franciscana, fundada en la Edad Media por Francisco de Asís, el fraile italiano que viajaba de pueblo en pueblo, viviendo de migajas y construyendo con sus propias manos capillas donde los miserables hallaran esperanza.
Y fue esta filosofía, que pondera la humildad como valor humano, la que al cabo de siete años lo acercó a la defensa de los derechos humanos, con todo y los riesgos que en México esto representa.
“Con esperanza asumimos el desgaste que significa denunciar el holocausto que se cierne sobre las víctimas que, en busca de una mejor vida, son expulsadas de sus países… holocausto por el que también atraviesan sus defensores y por cuyo trabajo están amenazados y muchos han sido víctimas de persecución. En nuestro refugio no sólo les brindamos a los migrantes ayuda humanitaria, sino que también asumimos la defensa de sus derechos y de su dignidad y, por lo mismo, enfrentamos las amenazas y la victimización que de ello se deriva.”
Fray Tomás narra su experiencia personal: “Hace poco llegó una adolescente al albergue, venía desde Honduras, la tuve hospedada un tiempo y, luego, hasta el albergue fue un pollero, no lo reconocimos, no nos percatamos a tiempo, para engancharla y llevársela. Así lo hizo. Luego fue entregada a las autoridades de Migración de Tenosique y, ahí, en sus instalaciones, su mismo delegado, Jorge Luis Elías Cruz, abusó de ella.”
La niña logró volver al refugio de fray Tomás y ahí le narró los hechos, por lo que en su calidad de director del Centro de Derechos Humanos del Usumacinta, el religioso la acompañó a presentar una denuncia penal ante la procuraduría del estado, documentándose las lesiones y tomándose su declaración.
Inicialmente, afirma, Elías Cruz fue encubierto por su jefe inmediato, el delegado regional del INM en Tabasco, Erick Gutiérrez Cossío, pero luego ante la presión de las investigaciones se dio a la fuga, razón por la que se solicitó a la Comisión Nacional de Derechos Humanos que impusiera medidas cautelares para la protección del religioso: instalación de luminaria pública alrededor de su albergue y parroquia, así como patrullaje constante, día y noche.
La CNDH avaló la solicitud, pero las autoridades de Tabasco la acataron sólo de forma parcial. “Desde hace un mes -denuncia fray Tomás-, únicamente realizan algunos patrullajes por la noche. Humanamente todos tenemos temor, pero yo temo más por el equipo de la parroquia, pues son padres de familia, universitarios que están empezando la vida y que están dando todo por los migrantes.”
Fue así que el pasado viernes, una persona que se presentó telefónicamente como hermano del exfuncionario prófugo, le envió un mensaje de su parte: “Algo te va a pasar”… Y así fue, dos días después, el sábado pasado, luego de participar en el acto que la Caravana de Paz organizó en Palenque, y ya estando de vuelta en Tenosique, un convoy de vehículos militares, de la policía municipal y de Tránsito lo rodearon a él y a su asistente Rubén Figueroa, cuando se encontraban dentro de una tienda.
Así reconstruye los hechos el encargado de lanzar una condena pública por esta agresión, el día mismo en que ocurrió. “Ellos se detuvieron en Tenosique, (fray Tomás venía acompañado por) dos voluntarias de un grupo de derechos humanos de Yucatán así como por Rubén Figueroa, se habían detenido para comprar algunos alimentos, y ahí llegaron policías del estado de Tabasco y militares, aduciendo primero que el auto en que viajaban era robado y, luego, que el religioso conducía en estado de ebriedad”, por lo que debía ser capturado, aduciendo flagrancia, ante lo cual el franciscano exigió que se le practicara un examen de alcoholemia en ese instante, comprobándose que no había consumido bebidas alcohólicas.
“Hubo primero un intercambio de opiniones, durante el cual un militar abofeteó a Rubén Figueroa, lo cual nos parece un hecho gravísimo, un hecho lamentable; posteriormente llegó un civil que amenazó a Fray Tomás.”
Viéndose rodeados, y para evitar la detención que pretendían perpetrar los militares y agentes sin contar con la orden de un juez, los defensores de derechos humanos se resguardaron dentro de su auto y se negaron a salir, por lo que el vehículo fue rodeado por unidades del Ejército.
“Es sumamente grave que, en vez de reconocer el hecho, se quiera denostar a un defensor de los derechos humanos, máxime que hay una condición de riesgo (por la amenaza que recibió algunos días antes), así como que un civil haya llegado en una camioneta Ford Lobo blanca, para amenazarlo”, esto con la connivencia de los militares y policías estatales.
Cuatro horas después, soldados y agentes preventivos se retiraron sin dar mayor explicación, dejando que fray Tomás y sus acompañantes continuaran su camino.
Así es como se trata en México a aquellos dedicados a tender la mano “a uno de los grupos más vulnerables y más victimizados de la guerra por la que atraviesa nuestro país, los migrantes”, remata el franciscano.


[1] Artículo de Paris Martínez (@Paris_Martinez) publicado en Animal Político. septiembre 19 de 2011